La ventaja de ser planta carnívora capaz de asimilar los excrementos que caen de los árboles, de animales trepadores y aves, es que no tienes que pelear por la comida. Te llega del cielo. Te la suelta una ardilla golosa. O te la deja un murciélago que busca protección cada noche.
La Nepenthes lowii es una planta carnívora endémica de las selvas de Borneo, de los bosques de los orangutanes. Y ¿por qué es diferente de la mayoría de las de su estirpe? Pues porque espera a que la comida le caiga encima en lugar se estar pendiente del paso de las moscas.
Digamos que recoge el estiércol que cae de fauna arborícola y aves volando, que son también una aportación permanente de excrementos al suelo. El ejemplo más visible es el de los colchones gigantescos de guano que provocan las colonias de gaviotas y alcatraces al pie de los acantilados en los que anidan.
Esto de que una planta carnívora se quede esperando que le caiga comida rompe con la imagen de las que tenemos en la mente. Porque las que siempre hemos visto se las apañan con habilidad para apresar entre sus «dientes» al insecto despistado que se apoya en su cáliz atraído por olores o colores.
El estiércol animal es nutritivo
Pero algunas especies del género Nepenthes obtienen el nitrógeno -necesario para realizar la fotosíntesis- del estiércol animal, y no reduciendo con ácidos a insectos despistados.
Un equipo multinacional de botánicos y biólogos trabajando en Borneo sobre estas plantas coprófagas ha confirmado que la cantidad de nitrógeno capturado es más del doble en las especies que recogen excrementos de mamíferos que en otras Nepenthes.
El director del estudio, el profesor Alastair Robinson, es director del Herbario del Real Jardín Botánico de Victoria (Australia).
Mejor restos frescos que secos
También confirma que los beneficios de recoger y asimilar este tipo de residuos son mayores si caen en la planta frescos -y no secos, despegados de una rama al paso de un mono, por ejemplo- también se aprovecha mejor si ese nutriente procede de animales grandes, porque contiene más proteínas.
Estas plantas del género Nepenthes no tienen dos hojas dentadas abiertas para cazar moscas, sino que tienen forma de saco colgante desde un hueco circular en la parte superior, como una bolsa en un cubo en el que echamos desperdicios.
Mientras muchas Nepenthes tienen el borde resbaladizo y emiten un olor que atrae a los insectos, que caen en el saco y son degradados por los líquidos de la planta, hay diez especies que no actúan así.
Diez Nepenthes atraen a animales concretos
Estas diez mantienen una relación de simbiosis con el toupaye, una especie de ardilla enana. Y lo recoge la revista Annals of Botany. Así, el resumen es que el toupaye sustituye para esas plantas la ausencia de insectos a los 2.000 metros de altura.
El toupaye se siente atraído por una sustancia dulce que genera la planta en la «tapa» del saco. Es continua la visita de toupayes, y en esos tiempos que pasan lamiendo la planta en la parte alta del saco, sueltan excrementos que la planta recibe y asimila.
El amor entre un murciélago y la Nepenthes rafflesiana
Y no es el único caso. La Nepenthes rafflesiana -por el explorador Raffles- está asociada a un murciélago. Un equipo de la Universidad de Wurzburgo (Alemania), descubrió que los sacos de la planta, bastante grandes, sirven de refugio diurno a estos mamíferos. Así, la planta aprovecha los excrementos de los murciélagos para desarrollarse.
El ecosistema está entrelazado
Esa relación simbiótica entre especies demuestra la necesidad de proteger los ecosistemas. Una cuarta parte de las plantas carnívoras del planeta están en la lista roja de la UICN y los autores de este estudio piden reforzar el respeto a los ecosistemas que garantizan la biodiversidad, ya desde la base de la pirámide, las plantas y los nutrientes.
Edición BE OnLoop con información de Ciencia con Ciencia y Researchgate