
ANDY GOLDSWORTHY: arte efímero para reconectar con la naturaleza
¿Puede una hoja, una piedra o un puñado de nieve convertirse en una obra de arte?
Este artista británico ha convertido los paisajes naturales en su lienzo y los elementos efímeros en su material de trabajo. Para Andy Goldsworthy el arte es tan hermoso como fugaz. Sus obras nos obligan a ver la naturaleza con otros ojos y a entender la belleza de lo transitorio.
Pero su arte no solo es visualmente impactante. También lleva un poderoso mensaje sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza, la fragilidad de los ecosistemas y la necesidad de repensar nuestra forma de habitar el mundo. ¿Cómo ha logrado Andy Goldsworthy que su arte trascienda el tiempo a pesar de ser efímero? Descubramos su historia y su legado.
El origen del Land Art de Goldsworthy
Andy Goldsworthy nació el 26 de julio de 1956 en Cheshire, Inglaterra, y creció en una zona rural de Yorkshire. Desde niño, su relación con la naturaleza fue cercana y práctica: trabajó en granjas donde pasaba horas al aire libre. Observaba los cambios en el paisaje y aprendía a manejar los materiales que le rodeaban. Este contacto con la tierra se convirtió en la base de su futura exploración artística.
Más tarde, estudió Bellas Artes en el Bradford College of Art y en la Preston Polytechnic. Allí comenzó a desarrollar su estilo único dentro del Land Art. A diferencia de otros artistas del movimiento, que a menudo alteraban el paisaje con intervenciones permanentes, Goldsworthy buscó trabajar con los ciclos naturales, creando obras destinadas a transformarse y desaparecer.
Desde la década de 1980, ha vivido en Escocia, donde ha desarrollado la mayor parte de su obra. Aunque su arte ha sido documentado en museos y exposiciones, su verdadero estudio es el mundo exterior. Para él, cada material tiene su propio lenguaje, y su trabajo consiste en descubrir cómo dialogar con la naturaleza sin imponerle nada artificial.
A lo largo de su carrera, ha realizado proyectos en todo el mundo, desde los bosques de Canadá hasta el desierto de Australia. Siempre con la misma premisa: crear en armonía con el entorno, sin dañar ni dejar rastro.
¿Cómo es la obra de Andy Goldsworthy?
Para Andy Goldsworthy, la naturaleza no es solo un espacio donde crear, sino una colaboradora activa en su arte. Su proceso no se basa en la imposición de formas o estructuras, sino en la observación y la interacción con los elementos naturales. En lugar de traer herramientas externas, usa únicamente lo que encuentra en su entorno: piedras, hojas, hielo, ramas, agua o tierra.
El arte de lo efímero
Uno de los principios fundamentales de su trabajo es la impermanencia. A diferencia de la escultura tradicional, que busca la permanencia en el tiempo, las obras de Goldsworthy están destinadas a desaparecer, transformarse o ser reclamadas por la naturaleza. Una espiral de hojas flotando en un río puede dispersarse con la corriente. Una estructura de hielo puede derretirse con el sol. También, una pila de piedras puede caer con el viento. Para él, la belleza está precisamente en ese momento fugaz en el que la obra y la naturaleza conviven.
En su proceso creativo, Goldsworthy lleva sus obras al límite, explorando el equilibrio entre la estabilidad y la fragilidad. Sus esculturas a menudo parecen desmoronarse en cualquier momento, resaltando la delicada interacción entre el arte y la naturaleza.
El color y la luz en la naturaleza
Otra de sus obsesiones es el color. Goldsworthy busca los tonos más intensos de la naturaleza y los resalta en sus obras. Por ejemplo, un círculo de hojas rojas entre la hierba verde, una línea amarilla en medio de un bosque otoñal o una piedra teñida de pigmento natural lanzada al agua para formar un destello efímero.
Para él, el agua es clave en este proceso, ya que activa los colores y los hace cambiar. Esto crea contrastes y transiciones que dan vida a la obra.
La fotografía como memoria del arte efímero
Dado que la mayoría de sus obras desaparecen poco después de ser creadas, la fotografía juega un papel crucial en su trabajo. Goldsworthy no ve la fotografía como un simple registro, sino como una extensión del proceso artístico. Captura el momento en que la obra existe antes de que la naturaleza la transforme.
Para Goldsworthy, el arte no es una imposición sobre la naturaleza, sino una forma de interactuar con ella. Sus obras nacen de la observación y el respeto por los procesos naturales, en lugar de intentar dominarlos o alterarlos.
Las obras más icónicas de Andy Goldsworthy y su mensaje
A lo largo de su carrera, Andy Goldsworthy ha creado una amplia variedad de obras que reflejan su visión del arte en armonía con la naturaleza. Drawn Stone (La piedra trazada) es una de sus obras más reconocidas. Ubicada en el Museo de Young en San Francisco, esta instalación consiste en una gran grieta que se extiende a través del pavimento. Se ramifica en fisuras más pequeñas sobre piedras ubicadas en el recorrido. Todo el conjunto representa la actividad sísmica de la región. Así, muestra cómo la naturaleza, a pesar de su aparente estabilidad, está en constante movimiento y cambio.
Por otro lado, en Francia, Andy creó un ambicioso proyecto que consiste en una serie de refugios de piedra integrados en el paisaje montañoso. Están diseñados como puntos de descanso para excursionistas y como espacios de contemplación del entorno natural.
Así, invita a reconectar con la naturaleza y a entender el arte como una experiencia inmersiva en el paisaje.
Pero sin lugar a dudas, sus instalaciones con hojas de colores vibrantes son sus obras más reconocibles. Círculos perfectos de hojas rojas flotando en un lago, caminos de hojas amarillas serpenteando un bosque o degradados naturales que resaltan el paso del tiempo en el otoño. Explorar el impacto del color en la naturaleza y cómo los elementos más simples pueden convertirse en un mensaje poderoso es parte de la magia de este artista.

Y es que cada una de estas obras encapsula la filosofía de Goldsworthy: el arte no es algo separado de la naturaleza, sino una extensión de ella. Por ello, su trabajo nos obliga a observar con más atención el mundo que nos rodea. Así, valoramos la belleza en lo transitorio y efímero.
La naturaleza como arte y el arte como enseñanza
Andy Goldsworthy nos demuestra que el arte no necesita ser eterno para ser significativo. Lo que hoy es una escultura de hielo, mañana será agua que fluye hacia un nuevo ciclo. Lo que ahora es un camino de hojas doradas, pronto será tierra fértil para nuevas raíces.
Su arte nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el entorno. Nos invita a observar con más atención y a entender que la naturaleza no es un recurso inagotable, sino un ecosistema vivo que debemos respetar. Goldsworthy no solo crea, sino que nos enseña a mirar, a escuchar y a ser conscientes del impacto de nuestras acciones. Su obra es un recordatorio de que no hace falta transformar el paisaje con grandes infraestructuras para dejar una huella significativa. A veces, basta con una piedra, una hoja y el tiempo.
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