ARDILLA ROJA, cómo puedes protegerla
El clima cambiante nos permite ayudarlas con comida y refugios
En verano y otoño las ardillas de todas las especies acumulan alimento para pasar el invierno, desde el amanecer hasta la puesta de sol. Nerviosas y muy estilosas, es divertido observarlas entre las ramas del bosque o en el jardín. Se mueven con asombrosa destreza y nos hacen felices si conseguimos que se acerquen.
La ardilla roja (Sciurus vulgaris) tiene la cabeza redonda, ojos negros y hocico puntiagudo. Sus orejas puntiagudas terminan en penachos de pelo. Tiene buena vista, un olfato muy desarrollado y un tacto preciso. Este simpático roedor no hiberna, sólo ralentiza su actividad en invierno o se mueve a zonas más cálidas. Mide como el ancho de un folio y pesa 600 gramos y su pelaje es marrón rojizo, con toques de gris y negro en la cola y las orejas.
En realidad la cola mide hasta 20 centímetros, tanto como el resto de su cuerpo.
La ardilla ayuda a la regeneración del bosque
La ardilla roja dedica la mayor parte del tiempo a buscar comida y a construir o mejorar su nido. Tiene que acumular reservas para pasar el invierno, y acelera el trabajo en otoño. En cuanto los días empiezan a ser más cortos, la ardilla entierra bellotas, nueces, avellanas y piñones por todo su territorio. Que luego serán su comida.
Pero ocurre que al buscar los alimentos escondidos, nuestra amiga olvida a veces dónde enterró cada uno. Esas semillas perdidas germinan con la humedad del otoño, y así, sin pretenderlo, la ardilla participa en la repoblación forestal.
No sólo nueces y avellanas
Pero olvidamos que las ardillas son muy omnívoras. Se zampan incluso orugas y babosas, insectos varios, así que también son reguladoras del equilibrio natural del bosque. Y como curiosidad, suelen cortar setas y las dejan secar para comerlas más crujientes.
Cómo atraer a las ardillas a tu jardín
En realidad, aunque son animales de bosque y amantes de los silencios, también tienen momentos de acercarse a zonas urbanizadas. A tu jardín, si vives cerca de una zona arbolada, incluso un parque urbano.
Aunque solitarias y salvajes, las ardillas rojas no son tímidas. No cabe duda de que si tienes un jardín cerca de un bosque o uno que satisfaga sus necesidades, tendrás todas las posibilidades de avistarlas saltando de rama en rama o escondiendo su comida con gracia y agilidad. Sobre todo porque, a diferencia de la mayoría de los roedores, son diurnas y se muestran especialmente activas a última hora de la mañana.
Los árboles favoritos de las ardillas
Las ardillas pasan en los árboles la mayor parte del tiempo. Sobre todo en árboles que les facilitan la comida. Bellotas de los robles y encinas, nueces, piñones, castañas… Así que las vas a ver sobre todo en bosques de la familia quercus, hayedos, pinares, en huertos o montes con nogales… y también se lo pasan en grande buscando bayas y frutos rojos.
Facilitar la vida a las ardillas
Por un lado no queremos intervenir en el entorno natural, pero por otro debemos reconocer que la presión humana en los ecosistemas ha puesto la vida de muchas especies un poco más difícil. Así que no nos importa echar una mano a las ardillas para que sufran menos estos veranos insoportables que estamos viviendo o fenómenos como tormentas desatadas que arruinan sus despensas en el suelo.
Nidos artificiales en tronco natural. Muchas ardillas aceptan estos nidos que consisten en un trozo de rama gruesa vaciado, con un tope superior y otro como suelo, con un pequeño agujero de acceso y fijado al tronco de un árbol. Hay que ponerlos en altura, no por debajo de los 3 metros.
Setos y arbustos. Les sirven de escondite durante el día. Se sienten más protegidas si durante sus movimientos por el suelo encuentran estas islas vegetales, en las que camuflarse.
Ponles alimento. Les encantan los frutos secos crudos. Nueces, pipas, cacahuetes con cáscara, avellanas… En invierno es bueno que encuentren bolitas de grasa, que puedes dejar al pie de los árboles. Aunque todo esto puedes ponérselo en una pequeña bandeja fijada a un tronco de árbol, por ejemplo a metro y medio de altura. Y si añades un recipiente plano con agua, mejor.
Evítales sustos con depredadores
Los gatos, las urracas e incluso los perros de caza ponen en riesgo la vida de las ardilla.
También es importante evitarles peligros como el ahogamiento o el artropello. En las piscinas, una isla flotante y unas rampas para poder salir del agua son vitales. Y si vives en una calle con tránsito de ardillas por el suelo puedes lanzar una cuerda gruesa entre un árbol de cada lado. Y las veras cruzar por las alturas, sin peligro.
Edición BE OnLoop sobre texto de Lydie Dronet