ESCUCHAR AL MAR para protegerlo
Michel André diseñó sistemas anti-colisión de barcos con ballenas
La contaminación acústica de nuestros mares, provocada por la actividad del hombre, pone en riesgo a la vida marina. Y requiere soluciones urgentes. En ello, en escuchar al mar para protegerlo, están Michel André y el Laboratori de Aplicacions Bioacústiques (LAB) de la Universitat Politècnica de Catalunya.
Entre otras aventuras de éxito, el científico se embarcó en un periplo de cuatro años para escuchar al mar. Para elaborar una cartografía sonora del océano y poder medir el impacto de las actividades humanas en él.
Este francés del Languedoc (1963) es ingeniero en Biotecnología y licenciado en Bioquímica. Su currículo ocuparía un tercio de este artículo, pero lo que más nos interesa es que se especializó en bioacústica, para el bien de los cetáceos del globo.
Llegó a España en 1992, como investigador de la bioacústica de los cetáceos en Norteamérica tras que saltase a los telediarios que dos cachalotes habían colisionado con sendos ferries en Canarias en apenas tres meses.
Rutas marítimas y cetáceos
En febrero de 1992 un ferry rápido de Trasmediterránea que cubría la ruta Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas chocó a gran velocidad contra un cachalote adulto. Un animal que puede llegar a los 20 metros y a 80.000 kilos. A consecuencia del impacto murió un pasajero y el barco sufrió serios daños.
Meses antes otro jet foil de la misma naviera había matado con sus quillas metálicas a un cachalote de seis metros cerca del puerto de Tenerife. Hubo siete heridos entre el pasaje. Y la compañía decidió financiar un estudio para analizar los riesgos de cohabitación en las rutas migratorias de los grandes cetáceos.
Sordera por ruido
La compañía convocó a un equipo de veterinarios. Michel André, llegado de EEUU para la ocasión, concluyó que esas colisiones podrían ser debidas a una pérdida de capacidad auditiva de los cetáceos. Y las autopsias de ambos animales lo confirmaban: «Su oído no es capaz ya de captar los sonidos de baja frecuencia que emiten los buques y no pueden esquivarlos», dijo entonces André.
La conclusión es que, sometidos al ruido del intenso tráfico marítimo, los cachalotes habrían sufrido «pérdidas irreversibles de audición por contaminación acústica excesiva». Y el joven investigador decidió continuar con su trabajo en España, para escuchar al mar y buscar formas para proteger a su fauna.
Los Rolex Awards y el programa LIDO
Desarrolló el WACS (Whale Anti Colision System), un sistema que detecta por sonidos y de forma pasiva a los cetáceos para prevenir colisiones con los barcos. Lo que le llevó a ganar los Rolex Awards for Enterprise 2002. Esa tecnología era la antecesora del actual programa programa LIDO (Listen to the Deep Ocean) que permite el monitoreo del ruido en los océanos a nivel global y en tiempo real.
Tras dos colisiones con cachalotes -y un pasajero muerto- Trasmediterránea financió un estudio para estimar los riesgos de circulación en rutas migratorias de los grandes cetáceos
Un año después de los premios fundó el Laboratori de Aplicacions Bioacústiques (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña, en el puerto de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), donde vive desde entonces.
The Ocean Mapping Expedition
Hoy dirige el mayor archivo del mundo de sonidos de la naturaleza -de los mares y de los bosques primarios- y maneja 20.000 sonidos subacuáticos. Es en el marco de la The Ocean Mapping Expedition que en 2024 dará la vuelta al mundo en con el fin de escuchar al mar. Van a estimar el impacto humano en los océanos y profundizar en el debate sobre qué lugar ocupa el ser humano en el mar.
The Sense of Silence
André también es el alma mater de la fundación The Sense of Silence, con la que trabaja para el desarrollo de tecnologías acústicas para el control de la contaminación acústica en los mares. Esta fundación ha activado proyectos tan diversos como la evitación de accidentes ferroviarios con elefantes en la India. Avisan con sensores del paso de los animales por las vías del tren. También ha llevado adelante el estudio acústico de la reserva natural de Mamirauá, en la selva de Brasil.
Pero André tiene predilección por el programa Listen to the Poles (Escuchar los Polos), que tiene por objeto instalar bases acústicas permanentes en ambos polos. Porque son últimos espacios del planeta en los que el impacto sonoro de la actividad humana ha sido casi inexistente hasta hoy. Porque hoy asistimos a la amenaza de nuevas vías marítimas facilitadas por el deshielo y la eventual explotación de materias primas.
Pero además de detectar problemáticas y desarrollar soluciones, Michel André y su equipo persiguen un objetivo paralelo. Quieren sensibilizar y concienciar sobre la contaminación acústica de nuestros mares y océanos. Y de sus nefastas consecuencias para el ecosistema marino y la especie humana que comparten el mismo barco.
Redacción BE OnLoop