ESCULTURAS con máquinas de escribir, de Jeremy Mayer
Sólo utiliza piezas intactas de máquinas de escribir antiguas
Jeremy Mayer hace esculturas laberínticas utilizando casi exclusivamente piezas sueltas de máquina de escribir clásica. ¿Y cómo se llega a estar especializado en una parcela artística tan chocantemente específica? Pues habiendo trabajado antes de mecánico, de diseñador de paquetes, de ayudante de ilustrador, de escultor y de restaurador de vidrieras
Una afición desde la infancia
El interés de Jeremy por la anatomía de las máquinas de escribir antiguas se remonta a cuando él tenía 10 años. En su casa había una Underwood de 1920. Con ella escribía las letras de las canciones que escuchaba en la MTV.
Destripador en serie
En algún momento la Underwood debió de morir mecánicamente hablando y Jeremy decidió reconstruirla como en una nueva vida, reencarnada en escultura. Y de la primera surgió -suponemos- ese nervio cinematográfico del asesino en serie. Debió de obsesionarse al ver todas las posibilidades creativas que le daban aquellan piezas viviseccionadas… y tras aquella primera fueron reviviendo muchas más.
Las esculturas de Jeremy Mayer acababan siendo una corneja, una modelo en pose de foto, un busto de hombre… Corría 1994.
Heredero de varias disciplinas
El explica que la mezcla de esos trabajos creativos o manuales que tuvo le permitieron querer destripar una máquina de escribir para crear otra cosa a partir del cuerpo inerte de una máquina de escribir. Ese conjunto de habilidades le llevaron de manera orgánica adonde ha llegado. Utilizó las máquinas de escribir como medio escultórico para dar forma concreta a sus reflexiones sobre la Naturaleza y la Tecnología.
Mayer no las busca en Internet hay muchas máquinas viejas en su región. Quiere evitar consumir gasolina, intenta provocar en menor impacto ambiental con su trabajo.
El caso es que Jeremy Mayer lleva más de 25 años haciendo este trabajo, buscando máquinas que cumplan con lo que espera de ellas.
Buscando máquinas de ocasión
Las máquinas de escribir provienen de las típicas ventas de garaje norteamericanas, de tiendas de segunda mano o de talleres de reparación de máquinas de escribir. Mayer prefiere las máquinas comunes, que no han sido salvadas por una reparación a precio razonable. Vamos, que el escultor anda rescatando máquinas antes de que lleguen al punto limpio donde les perdería la pista.
Con baja huella de carbono
Mayer no las busca en Internet en puntos lejanos porque sabe que ya hay muchas máquinas viejas en su región. Porque quiere evitar consumir gasolina para ir a recogerlas lejos, intenta provocar en menor impacto ambiental con su trabajo.
Desmontando pieza a pieza
Cada máquina se desmonta a menudo totalmente, pieza a pieza. Y tiene mucho cuidado de no rayar ninguna, porque necesita superficies impecables. Para asegurarse de que no hay roces no usa máquinas eléctricas en el desmontaje sino solo destornilladores y llave inglesa, nada que muerda los bordes como los alicates de dientes, por ejemplo.
Esculturas sin soldadura
Un elemento importante es que en la elaboración de sus esculturas no utiliza en ningún momento la soldadura o el pegado, que no llegan a permitir que el ajuste de las piezas sea perfecto. Las esculturas de Jeremy Mayer reutilizan toda la tornillería original de la máquina, los muelles, los resortes, las clavijas. Podría decirse que el resultado de estas esculturas es haber dado una forma distinta a la máquina de escribir. Como en la ley de la conservación de la energía: sólo se transforma.
En su respeto por la naturaleza, Mayer afirma inspirarse de las reglas que ordenan el movimiento natural. Para él, el movimiento de las máquinas es el de un organismo, y respeta un orden biológico de la evolución de las partes de un ser vivo. Nosotros lo vemos muy claramente en sus esculturas de pájaros, en las alas, cuyo despliegue y repliegue respeta exactamente esa idea. Hay armonía, hay rozamiento al aire, hay distintos tamaños de pluma, y esa lógica del movimiento es pura mecánica.
Pau Sevillano con información de Jeremy Mayer