FUSION JC7, el supercoche eléctrico que vuela a reacción
El diseño propone 1.000 CV en suelo y autonomía de vuelo de 800 km
En la carrera de diseños para coches voladores, llama la atención el Fusion JC7, 100% eléctrico en carretera con aspecto de coche Bond y un mini jet propulsado por dos motores a reacción en el aire. Un ex piloto de caza y diseñador es el padre de la criatura.
La firma de este proyecto es de Greg Brown, diseñador californiano que antes fue piloto de caza y luego de vuelos comerciales. Su propuesta es un auténtico monstruo que te dejaría sin puntos en el carnet en 24 horas.
Coche eléctrico con vuelo a reacción
El Fusion JC7 es, como tantos otros proyectos de coches voladores, un producto que hoy sólo existe en el papel, y para el que aún no hay legislaciones específicas en ningún país del mundo. Entre otras cosas porque aunque despegues obligatoriamente desde una pista de aeródromo corres el riesgo de comerte líneas de alta tensión o a un señor de Murcia haciendo parapente.
Diseño italiano y camaleónico
El coche de Brown tiene un diseño que recuerdan a los bólidos elegantes italianos, con un enorme alerón que sobresale por detrás pero que se reserva sólo para el vuelo. Porque en tierra, el coche esconde sus alas en los laterales y repliega la parte trasera para ser un coche más entre el tráfico.
Dos motores eléctricos, 1.000 caballos
Dos motores eléctricos de Tesla, delantero y trasero, le dan una potencia combinada de 1.000 caballos. Eso supone alcanzar los 100 km/h en menos de cuatro segundos y recibir el primer flash de radar policial en el segundo 6 del recorrido. Su autonomía eléctrica en carretera sería de casi 250 kilómetros.
Y cuando sientes que el café te apetece tomarlo en Londres, pues entonces activas un botón y el coche se propulsa con dos motores Williams FJ-33. Para que nos hagamos una idea, ese tipo de motor lo monta el minijet Cirrus Vision SF50, que puede transportar hasta a seis pasajeros. Los dos motores son ligeros, y sólo pesan 140 kilos.
Vuelo a 800 km/h, autonomía 1.200 km
En teoría, estos dos motores deberían ser capaces de mantener la aeronave a una velocidad de crucero de más de 800 km/h en una distancia de 1.200 kilómetros. Pues no llegamos a Londres. Lo cambiamos por un tinto con frutos secos en la Cité du Vin de Burdeos.
Para lograr esa velocidad y esa autonomía de vuelo, los depósitos de combustible del avión guardan unos 1.000 litros de queroseno. Que pesan 817 kilos. O lo que es lo mismo, más te valdrá repostar el queroseno justo antes del modo vuelo, porque un Fiat Cinquecento full equip pesa menos que ese metro cúbico de líquido.
Y como suele ocurrir en estos casos, al diseñador Greg Brown sólo le falta la financiación para que el proyecto eche a andar. O a volar.
Sin necesidad de ser piloto
Según su diseñador, el Fusion JC7 puede aterrizar en una pista relativamente corta. Ni siquiera hace falta ser un piloto experimentado para aterrizarlo, el coche hace la mayor parte del trabajo por sí mismo. Sus frenos automáticos y su sistema de suspensión pueden absorber mucha energía y detener el aparato en menos de 800 metros. Esto permite aterrizar en la mayoría de los aeródromos.
Según su diseñador, un coche así sería adecuado para una persona (muy adinerada) que quiera ahorrar tiempo conduciendo hasta el aeropuerto y llegar a otra ciudad en sólo 40 minutos gracias a su alta velocidad de crucero.
El proyecto, en estudio aerodinámico
Rápido en el aire y en la carretera, el concepto podría salir de la mesa de dibujo y convertirse en realidad. El estudio de diseño está trabajando con Corvid Technologies para probar el comportamiento del coche en modo avión y determinar su coeficiente de esfuerzo de cabeceo y resistencia aerodinámica.
El concepto también se ha presentado a científicos de la Universidad de Stanford, y sólo sabemos que «les ha llamado la atención». En cuanto al aspecto aeronáutico, Greg Brown señala que no hay razón para que el vehículo no pueda volar, ya que la mayoría de sus componentes son idénticos a los de algunos pequeños reactores comerciales.
La primera limitación será su financiación. El diseñador ha calculado que su desarrollo costaría unos 20 millones de dólares. Cada bólido podría costar unos 2,5 millones de dólares, afirma.
María Dénia con informaciones de Futura Science y Corvid Technologies
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