LLUVIA DE ANIMALES. Lo que dice la Ciencia.
No hay magia ni dioses enfadados cuando caen del cielo peces o arañas
Hemos visto la película Magnolia, que muestra de forma espectacular una lluvia de ranas que paraliza una ciudad, y hemos querido saber más. Porque entre los fenómenos naturales más atípicos, la lluvia de animales ha sido un fenómeno muy llamativo desde la antigüedad. Hay muchos relatos de chubascos en los que caen ranas, peces o pájaros. Hoy en día, la ciencia los explica con solidez, porque no son producto del enfado de ningún dios.
Las ranas de Egipto en la Biblia
Hay muchos testimonios de la existencia de lluvia de animales. Hasta la Biblia se hace eco de una, en el Éxodo (7:25-8:11): «Las ranas cayeron y cubrieron Egipto». Era la segunda plaga de Egipto. En realidad, si leemos el pasaje bíblico completo, vemos que no es que lluevan, sino que salen del río Nilo por millones.
Sabido que la Biblia adapta los relatos a la comprensión de una sociedad poco instruida o analfabeta, con moralejas e imágenes entendibles -Eva y la manzana, sin ir más lejos- hay que decir que sí hay registros científicamente probados de infinidad de sucesos en los que animales de distintas especies caen del cielo, con la lluvia o sin ella.
Fenómenos datados
El sitio web de National Geographic, constata que en los últimos 25 años se han producido lluvias de peces en Australia, Estados Unidos, India, Japón, Serbia y Reino Unido, que en la mayor parte de los casos están asociados al paso de tornados en zonas no muy alejadas en distancia y tiempo. Uno de los casos más documentados y recientes fue en 2017, en Oroville, California, donde literalmente cayeron miles de peces a las calles de la ciudad.
De la antigüedad al Renacimiento
En la antigüedad muchos escribas griegos y romanos describieron esas lluvias de animales, a las que dieron explicaciones esotéricas. Incluso se llegó a decir que los peces nacían en el cielo para caer luego en los mares, lagos y ríos.
Pero desde el siglo XVI, comenzaron a circular lluvias de animales bien descritas, más fiables, como los que explican la de ratones en Bergen (Noruega, 1578), de sapos en Acle (Inglaterra, 1625), ranas en Gibraltar (1915), Serbia (1981) y Massachusetts (1953), y más recientes como la lluvia de quisquillas en Nueva Gales del Sur (Australia, en 1978) de tórtolas en Faenza (Italia, en 2011), y las mencionada de peces en Oroville (California, 2017), en Golpayegan (Irán, 2018) y la de Texarkana que luego comentaremos (Texas, 2021) entre muchas otras. El colmo es Yoro, en Honduras, donde entre mayo y julio esperan que algún tornado descargue peces, como casi todos los años.
Las imaginaciones y la verdad
Decir que la evaporación en días calurosos eleva los huevos de los anfibios a las nubes, donde nacen los renacuajos y otros alevines que luego caerán por su peso no tiene muy en cuenta a qué temperatura están buena parte de las nubes. De hecho, en muchos casos los animales que caen del cielo caen congelados. Pero ese tipo de explicaciones han circulado y lo siguen haciendo. Los dioses se enfadan y nos tiran peces muertos y toda una serie de bulos cuando no se tiene una explicación cabal.
En el siglo XIX a algunos científicos empezó a darles vergüenza argumentar bobadas ante estos fenómenos, y el físico-químico André-Maríe -sí, el que identificó el Amperio- fue el primero en proponer que ranas y sapos, que crean grandes comunidades en espacios acuáticos, eran capturados por fuertes rachas de viento hasta las capas altas de la atmósfera, desde la que caían minutos más tarde a kilómetros de distancia de su origen. Y eso lo defendió ante la Sociedad de Ciencias Naturales de París.
Lluvia de animales… de agua
Hoy sabemos que tornados compuestos de aire y agua en contacto con la superficie de ríos, lagos y mares son capaces de secar una charca en un minuto, con todos sus bichos incluidos.
Eso parecen tenerlo muy claro en Texarkana, en Texas, donde hace poco caía una lluvia de peces de cierto tamaño. El ayuntamiento declaraba con naturalidad que esas lluvias anómalas sudecían cuando pequeños animales acuáticos eran absorbidos por los tornados, que allí son frecuentes todos los años.
Lluvia de aves
También la caída de aves a la vez que la lluvia se relaciona con los tornados o fuertes térmicas que absorben a las aves volando en grupo hacia capas altas de la atmósfera. Y cuando se han producido caídas de pájaros sin lluvia a la vez se ha debido a colisiones de masas de miles de ellos volando anárquicamente asustados por el paso de un avión, un trueno, un disparo de escopeta. Y es que esas masas de aves -por ejemplo los tordos o los mirlos alirrojos en migración- vuelan a gran velocidad y se provocan importantes heridas cuando chocan entre sí al romperse el orden de esas nubes de aves que a veces podemos ver en el campo o sobre la ciudad.
Caída de aves por intoxicación
Yan Newaer documenta en un artículo para la BBC una curiosa caída de aves en Georgia (EEUU), en 2009, que se atribuyó a la muerte masiva por hemorragia de las Bombycilla cedrorum que volaban tras haber comido bayas de bambú sagrado (Nandina domestica), único alimento disponible localmente en ese momento, pero cuyo ácido cianhídrico se vuelve tóxico también para las aves en cantidades importantes. El fenómeno sorprendió a todos.
Lluvia de arañas
Otra lluvia de animales que ilustra Newaer en su reportaje ocurre de vez en cuando en algunas zonas de Australia, donde las crías arañas como la Tetragnatha guatemalensis, usan sus telas para crear una especie de vela que allí llaman cabello de ángel, que les permite despegar de las copas de los árboles, volando kilómetros a merced de la corriente del aire. Cuando están en ese desplazamiento, allí donde llueve ocurre que caen por cientos al suelo, para sorpresa de cualquiera que camina por las calles en ese momento.
En definitiva, no hay fenómeno natural sin una explicación científica.
Lluís Alamany, y fuentes citadas