
MANUL: el felino «gruñón» que domina las alturas
Este felino de apariencia peculiar vive en las montañas áridas de Asia Central
Este enigmático animal, conocido como Manul o gato de Pallas, es un felino solitario y de apariencia curiosa. Soporta temperaturas de hasta -50 °C en altitudes entre 2.500 y 5.000 metros, condiciones que pocos animales pueden tolerar. Además, sus patas, con pelo en las plantas, le permiten desplazarse sobre superficies heladas y rocosas sin resbalar. A pesar de su aspecto rechoncho, el manul es increíblemente ágil: puede saltar hasta 3 metros y su camuflaje lo hace casi invisible en su hábitat. Es una de las especies mejor preparadas para los entornos extremos, y una pieza fundamental del ecosistema de las altas montañas asiáticas.
Un look inconfundible
Con su cuerpo compacto, patas cortas y pelaje grueso, el manul destaca por su apariencia “rechoncha” y su peculiar expresión “gruñona.” Su pelaje cambia con las estaciones, siendo más gris y tupido en invierno para camuflarse en la nieve, y más claro en verano.
Sus pupilas son redondas y están adaptadas para la caza. A diferencia de otros cazadores de emboscada, como los gatos domésticos con pupilas verticales para controlar la luz, el manul tiene pupilas redondas que le dan una visión general más efectiva. Esta visión es útil en su territorio variado y le ayuda a detectar presas y depredadores en terrenos desérticos y montañosos.

Manul, el gato que ¿gruñe?
El manul se diferencia de otros gatos no solo en apariencia, sino también en su forma de comunicarse. Mientras que los gatos domésticos suelen maullar, el manul emite sonidos sorprendentes, parecidos a ladridos o gruñidos. Estos sonidos únicos forman parte de su sistema de comunicación, que utiliza para expresar alarma o defender su territorio, especialmente cuando se siente amenazado.

Supervivencia en las alturas
Este felino se aparea en un breve período invernal, sincronizado con la disponibilidad de alimentos en los meses cálidos. Las hembras experimentan un celo de solo 42 horas y tras la fertilización, la gestación dura entre 66 y 75 días.
Las camadas suelen constar de entre 2 y 6 crías, aunque pueden llegar a ser hasta 8. Las crías, que nacen ciegas, permanecen protegidas junto a su madre durante los primeros dos meses. Al alcanzar los 4 o 5 meses, comienzan a cazar de forma independiente y, a los 6 meses, se separan para vivir por su cuenta. Sin embargo, las condiciones adversas de su entorno resultan en una elevada tasa de mortalidad juvenil, compensada en parte por el tamaño de las camadas.
En promedio este animal tiene una esperanza de vida de entre 10 y 12 años en libertad, aunque esta expectativa suele verse reducida por los peligros de su hábitat. Estudios en cautiverio muestran que la reproducción del manul es compleja, ya que su baja inmunidad a enfermedades hace difícil la cría en entornos controlados.

El rol del manul en los ecosistemas que habita
En su ecosistema, el manul juega un papel esencial como depredador. El manul caza principalmente al amanecer y al atardecer, cuando las sombras le permiten acechar a sus presa con total sigilo. Es un depredador eficiente que regula las poblaciones de pequeños mamíferos, como los pikas y diversos tipos de roedores. También se alimenta de aves y reptiles ocasionalmente. Estas preferencias alimenticias lo convierten en un importante controlador natural de plagas en las montañas de Asia Central, desempeñando un papel esencial en el equilibrio del ecosistema montañoso.
El «gato» que protege las montañas
Aunque el manul es un animal escurridizo, en Mongolia, se le considera un espíritu protector de las montañas, y en ocasiones sus representaciones aparecen en petrografía y otros elementos de arte tribal. Sus características de resistencia y camuflaje han inspirado a comunidades nómadas, quienes ven en el manul un símbolo de adaptabilidad frente a las adversidades del entorno.

También es común que en algunas comunidades sus imágenes sean empleadas en ceremonias para atraer suerte y prosperidad, resaltando la importancia de este animal no solo en el ecosistema, sino también en la herencia cultural de Asia Central.
Un felino “viral” de la era digital
Conocido como “el gato más gruñón del mundo”, el manul ha conquistado internet. Su peculiar apariencia y sonidos únicos lo han convertido en una celebridad digital, ayudando a sensibilizar sobre su protección. Proteger al manul y su hábitat no solo ayuda a mantener el equilibrio de la biodiversidad en Asia Central, sino que también promueve un futuro más sostenible para todas las especies.
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