MÁS DE MIL LINCES en la Península Ibérica, y subiendo
El trabajo común pretende recuperar al lince en toda la península
Con 3.000 individuos la supervivencia del lince ibérico a largo plazo estaría garantizada, pero si pensamos que en 2002 sólo teníamos 94 individuos censados tenemos grandes motivos para celebrar una recuperación meteórica de nuestro felino más singular, con más de 1.100 ejemplares en veinte años. El proyecto Life Iberlince trabaja para facilitar su extensión a toda la Península, recuperando sus territorios del siglo XIX.
Sin disimulo, multiplicar por doce la población de un felino en veinte años es probablemente un récord, un gran éxito de la conservación en el mundo. Y ha sido gracias a un trabajo permanente y conjunto de todas las administraciones implicadas, de organizaciones y de propietarios de grandes fincas, entre otros.
Los inicios, en Doñana
Porque la protección del lince ibérico se ha parecido a una película de superhéroes pero sin villanos más allá que los cazadores menos elegantes de estos años. Guardia Civil, ayuntamientos, naturalistas voluntarios, investigadores del CSIC… Coincidimos en la Estación Biológica de Doñana en tiempos de Javier Castroviejo siendo Miguel Delibes el director del estudio del lince en el Parque Nacional, cuando la carretera de Matalascañas se cobraba a muchos ejemplares por atropellos. Y en cotos de la provincia de Huelva algunos caían por lazos, cepos o cebos envenenados. Y también celebramos algún parto con éxito en las propias instalaciones del Parque.
Doñana era un escaparate para el lince y la primera alerta, pero la gran estrategia de protección trabajó luego con la gran zona de Sierra Morena, los Montes de Toledo, las parejas de Los Ibores y la zona de La Jara por el este de Badajoz. Y la población del sur de Portugal colindante con Aracena y Picos de Aroche.
Se firmaron acuerdos con cientos de fincas de caza, se visibilizó al lince en las instituciones europeas. Se mimó su hábitat y se mejoró la población de conejo, tan diezmada tiempo atrás por la mixomatosis.
750 hembras salvarán la especie
La sostenibilidad del lince ibérico en la Península Ibérica depende muy especialmente del número de hembras en edad fértil. En estos 20 años hemos pasado de 27 a 239 según el censo de 2020, pero el objetivo poblacional es lograr los 3.000 ejemplares, contando entre ellos con 750 hembras fértiles.
Esas cifras deberían alcanzarse hacia 2040, y en ese cómputo hay que contar con una reducción real de los atropellos en carreteras. Y de las bajas causadas por la caza. Ya sean disparos intencionados o cepos y lazos que diezman la población de mamíferos de manera aleatoria, ya sean linces o jabalíes o tejones y tantas especies más.
Conectar las poblaciones
En el guión de esa película de superhéroes interviene la Unión Europea con el recientemente aprobado plan Life Lynx Connect. Es un ambicioso proyecto que debería lograr la interacción entre las actuales 14 poblaciones estables pero dispersas que ocupan sólo la mitad del cuadrante suroeste de España más la zona de Portugal vecina de Huelva. El objetivo no es simplemente estético y psicológico -terminar con las áreas aisladas que tienen lince- sino genético. Evitar un proceso de endogamia en cada una de esas zonas para mejorar a su vez la variabilidad genética de la especie, que la hará más resistente ante futuros desafíos. Ese proyecto está coordinado por la Junta de Andalucía -la comunidad con más ejemplares en su territorio, con diferencia- y finalizará sus actuaciones en 2024. Cuando sin duda habrá que seguir la tarea con nuevos apoyos financieros y humanos.
Litio, el lince que sorprendió a todos
Una probable muestra de que el Lynx pardina ocupó la casi totalidad del suelo ibérico la dió Litio, un ejemplar macho de lince nacido en cautividad en el centro de El Acebuche, en Doñana.En 2018 fue puesto en libertad en el sureste de Portugal. Y cruzó la casi totalidad de la Península sin que su radiotracking diese señal en 18 meses. Llegó a Santa Coloma de Cervelló, donde fue visto y capturado para su seguridad en una finca casi en la desembocadura del Llobregat, pegado a Barcelona. Superó 1.100 kilómetros de carreteras, ríos y montañas.
Litio pasó varias semanas en esa finca en la que lo descubrió el propietario, Miquel Quilabert. El lugar era tranquilo y con campos yermos entre frutales y colinas de pinos y encinas, un entorno muy conejero. Miguel Angel Simón, del proyecto Life Iberlince, se desplazó a la zona para organizar la captura. Hubo que capturarlo con rapidez, porque tenía a poca distancia dos autovías y una vía de tren muy activa.
Hacía un siglo de la ultima cita de lince en Cataluña. Lo más provechoso de su largo periplo es que demostraba que sí es posible la conexión entre zonas de lince. Hasta el punto de haber sido espoleta de un proyecto para recuperar con esperanza la especie en las tierras del norte peninsular.
Quilabert descubrió a Litio días antes de la captura, entre sus cerezos. Se topó con él “de cara, a cinco metros, vi que era un lince y avisé a los rurales, que no me creían», comentó a la prensa. “Decían que sería un gato grande”, comentaba riendo.
¿Llegaremos a ver al lince criando en Aragón y Cataluña, como en el siglo XIX?
Redacción BE OnLoop