OCEANBIRD, velas para un transporte marítimo sin emisiones
El proyecto recupera el viento para impulsar los grandes buques de carga
El mundo depende del transporte marítimo internacional, pero las emisiones de carbono del sector van en aumento. Desde Estocolmo, nace Oceanbird de la mano de un equipo de diseño naval que se pregunta cómo una antigua forma de transporte, movida por el viento, puede inspirar hoy a una próxima generación de buques realmente sostenibles. Es la avanzada propuesta del astillero Wallenius Marine con el apoyo técnico del Laboratorio de Robótica Marina.
Los buques del concepto Oceanbird podrán reducir las emisiones en un 90%, aspirando a un transporte marítimo de emisiones cero. El primer buque será un carguero, pero el concepto puede aplicarse a buques de todo tipo.
Con 200 metros de eslora y 40 metros de manga, el carguero podrá cruzar el Atlántico en 12 días, en lugar de 8. Las velas miden 80 metros de alto, lo que da al buque una altura sobre la línea de flotación de unos 100 metros, pero gracias a su construcción telescópica pueden bajarse, con lo que la altura del buque sobre la línea de flotación se reduce a la mitad, según convenga, a unos 50 metros.
Esto resulta muy útil al pasar por debajo de puentes o si hay que reducir la superficie de las velas debido a vientos fuertes.
El 90% del transporte es marítimo
Martha Henriques te sugiere desde BBC Future Planet que dediques un momento a observar las cosas que te rodean -desde el teléfono que llevas en la mano hasta la ropa que vistes-. Y lo más probable es que casi el 90% de todo lo que tienes cerca te haya llegado por barco.
El silencio de los océanos durante la pandemia permitió a las ballenas poder comunicar como no lo habían hecho en un siglo. El uso de velas reducirá el ruido en el mar.
La dependencia ante los colapsos
El transporte marítimo internacional está en el centro de muchas de las cadenas de suministro del mundo. Nos damos cuenta de ello cuando surgen problemas como el encallamiento de un carguero en el Canal de Suez que provocó retrasos en las fábricas de coches superiores a un mes. También es la fuente de alrededor del 3% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Ha habido proyectos buscando esa reducción de emisiones, como el que publicábamos sobre un sistema que instala una vela gigante, similar a las del kitesurf, en los cargueros. Pero hay que reconocer que esa iniciativa original sólo tendrá un impacto simbólico.
Un transporte que sigue contaminando
Si queremos alcanzar el objetivo de conseguir cero emisiones netas en 2050, el transporte marítimo internacional tendrá que reducir sus emisiones en un 15% de aquí a 2030. Pero hasta ahora, las emisiones del sector han ido más o menos sistemáticamente al revés, y han aumentado, a pesar de los discursos.
Recuperar las velas
Una forma evidente de reducir las emisiones del transporte marítimo es reintroducir una tecnología muy antigua y afianzada, que ya mueve a velocidades de vértigo a grandes embarcaciones deportivas: las simples velas. O no tan simples.
El viento es una fuente limpia de propulsión que suele abundar en el mar. Y ya hay constructores navales que se están tomando muy en serio esta inspiración del pasado, e incluso optan por fabricar la estructura del barco en madera.
Las velas rígidas orientables
Otros, como Oceanbird, están adoptando un enfoque totalmente moderno, construyendo un prototipo de barco con cuatro velas rígidas que no sólo ayudan a propulsar el barco, sino que también contribuyen a su agilidad y maniobrabilidad.
Las velas no serán la única solución para descarbonizar el transporte marítimo: los combustibles limpios también serán una parte importante de la ecuación. Pero la energía eólica es una forma prometedora de reducir la dependencia del transporte marítimo de los combustibles fósiles.
Con velas no hay ruido de motores
Una faceta muy importante por la que traemos el proyecto Oceanbird a esta sección es el hecho de que la adopción de este sistema por muchos barcos de carga en el mundo permitiría ir silenciando la ruidosa actividad de los motores marinos.
En una biosfera en la que ya hemos comprendido que somos parte del ecosistema -estamos en el mismo barco todos los seres vivos del planeta- terminar con los destrozos que las hélices y los ruidos de los motores causan a docenas de especies marinas, como los grandes cetáceos, es un objetivo mayor. No dejes de ver el segundo de los vídeos, dedicado a este aspecto.
El trabajo de la doctora Fournet con ballenas
Un post de Wallenius Marine comenta sobre los efectos del ruido en el océano y el trabajo de la doctora Michelle Fournet en este sentido.
Durante un periodo con menos tráfico en Covid-19, las ballenas empezaron rápidamente a comunicarse como lo hacían antes de la industrialización marina. La Dra. Michelle Fournet dimensionó la posibilidad única de estudiar un océano temporalmente más tranquilo.
La ralentización de Covid-19 supuso muchos menos barcos en los océanos y, por tanto, mucho menos ruido bajo las olas, lo que tuvo un efecto evidente en el bienestar de muchas formas de vida marina.
Los mensajes de las ballenas en la pandemia
Para comprender mejor el impacto que tiene el transporte marítimo en la vida marina, Wallenius Marine decidió apoyar nuevas investigaciones a través de la organización Ocean Alliance, que concedió la subvención a la Dra. Michelle Fournet, de la Universidad de Cornell, para estudiar los efectos del silencio durante la pandemia en las ballenas jorobadas.
Menos mensajes con más comunicación
«Los análisis preliminares indican que las ballenas emitían más mensajes en los años ruidosos, y que las llamadas se hicieron más ricas durante la desaceleración. Hubo más diversidad de tipos de mensajes cuando el mar estuvo más tranquilo», afirma la científica.
O lo que es lo mismo, la comunicación se enriqueció gracias al silencio.
«A modo de comparación humana: si uno es uno de los primeros invitados a una fiesta en casa, el volumen es bajo y resulta fácil expresarse. Sin embargo, a medida que van llegando más y sube el volumen, tendemos a utilizar una forma más simplificada de lenguaje, recurriendo a menudo sólo al lenguaje de signos. Esto es, en efecto, lo que ocurre bajo el agua».
Edición BE OnLoop con informaciones de BBC Future Planet, Marine Robotics Laboratory