
SALINAS DE MARCHAMALO: un modelo de restauración ecológica y desarrollo sostenible
Este enclave del Mar Menor vuelve a la vida tras décadas de abandono gracias a la Asociación de Naturalistas del Sureste
Las Salinas de Marchamalo, situadas en el corazón del Mar Menor (Murcia), han vuelto a la vida tras 30 años de abandono. Este renacimiento ha sido posible gracias al esfuerzo y compromiso de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), que ha demostrado que es factible rescatar ecosistemas degradados y hacerlos económicamente viables. En septiembre de 2024, se logró un hito histórico: la primera cosecha de sal en tres décadas, con más de 1.000 toneladas recolectadas. Este éxito sienta las bases para un modelo en el que la recuperación ambiental y el desarrollo sostenible pueden ir de la mano.

Para Pedro García, director de ANSE, este proyecto representa una prueba de que la historia de degradación ambiental se puede revertir, incluso cuando las circunstancias son adversas:
«No hay que rendirse ante las adversidades ni tener miedo al fracaso si el conocimiento y el sentido común te ayudan a visualizar el futuro que otras personas no quieren ver. Tenemos la obligación de cambiar la historia de degradación del Mar Menor por una que recupere naturaleza, patrimonio y cultura, con nuevas oportunidades basadas en usos sostenibles del pasado».
El desafío de recuperar un entorno único
Durante siglos, este enclave fue un centro de producción salinera de gran importancia en la región. Su explotación permitió la extracción de sal marina, un recurso esencial para el comercio y la conservación de alimentos. A su vez, su estructura de charcas y canales favorecía la presencia de aves acuáticas y microorganismos especializados, lo que le otorgaba un gran valor ecológico.
Sin embargo, hace tres décadas, las salinas dejaron de gestionarse, lo que provocó su progresivo deterioro. La falta de mantenimiento hizo que los canales se obstruyeran, las charcas cristalizadoras se llenaran de lodos y las infraestructuras quedaran inutilizadas. Como consecuencia, la biodiversidad se vio gravemente afectada.
La ausencia de circulación de agua salina alteró el hábitat de especies que solían encontrar refugio y alimento en las salinas de Marchamalo, como los flamencos, charranes y avocetas. Además, el estancamiento del agua y entrada de agua de lluvia y sedimentos provocó un desequilibrio ecológico, favoreciendo la acumulación de materia orgánica y fangos.
Por otro lado, la comunidad local también sintió las consecuencias. Lo que había sido un enclave con actividad económica ligada a la producción de sal, se convirtió en una zona degradada y sin aprovechamiento sostenible. Durante años, la restauración del espacio no figuró en los planes de conservación, lo que llevó a un creciente desinterés por su recuperación y al deterioro y ruina de las infraestructuras.

ANSE lidera la recuperación
Ante esta situación, en 2019, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) decidió iniciar el rescate de las salinas. Tras evaluar su potencial ecológico y económico, la organización adquirió la concesión de 8 hectáreas dentro del complejo salinero, con el objetivo de poner en marcha un plan de restauración ambicioso.
En 2022, ANSE recibió apoyo financiero por parte de organismos de conservación para iniciar los trabajos de recuperación, con el respaldo de expertos en restauración de ecosistemas salinos. Con estos recursos, se diseñó una estrategia que permitiría rehabilitar el espacio sin comprometer su equilibrio ecológico.
«Para que un proyecto de restauración tenga éxito a largo plazo, es fundamental una correcta elección y desarrollo de las acciones, financiación suficiente, mucha paciencia y tesón para no rendirse ante los problemas burocráticos, y un equipo humano con la formación e ilusión necesarias», explica Pedro García.
El proyecto Resalar, que coordina la Fundación ANSE, y en el que participan la Asociación de Naturalistas del Sureste, WWF-España y el Instituto Español de Oceanografía, Centro Nacional de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IEO-CSIC), cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), que aporta el 95% de la financiación del proyecto, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea-NextGenerationEU, y se encuentra vinculado al Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Desde que comenzara en 2019, el proyecto ha contado también con la colaboración de pequeños donantes particulares y diferentes entidades, como Nomen, Fundación Primafrío, Salinera Española y la Fundación Estrella de Levante, que con aportaciones económicas o asesoramiento profesional están ayudando en distintas fases de su desarrollo.
Proceso de restauración: limpieza, dragado y conservación
En marzo de 2023, comenzaron las labores de restauración, que incluyeron acciones clave para devolver la funcionalidad a las salinas:
- Dragado de lodos y limpieza de canales, restableciendo la circulación del agua salina.
- Rehabilitación de las charcas cristalizadoras, fundamentales para la evaporación del agua y la formación de sal.
- Reparación de compuertas y diques, permitiendo una mejor gestión hídrica.
- Monitoreo de la biodiversidad, para evaluar la recolonización de especies.
«Uno de los momentos más impactantes del proceso fue la aparición de millones de ejemplares del crustáceo Artemia salina en las charcas cristalizadoras. Esta explosión de vida fue clave para la recuperación de muchas otras especies», relata Pedro García.
Gracias a estas intervenciones, en septiembre de 2024 se logró la primera cosecha de sal en 30 años, con más de 1.000 toneladas recolectadas.

Regreso de especies de aves protegidas: un santuario recuperado para la biodiversidad
Uno de los mayores éxitos de la restauración de las salinas de Marchamalo ha sido la reaparición de especies protegidas, lo que confirma la efectividad del proyecto como modelo de conservación de humedales costeros.
Las salinas y marismas costeras son entornos esenciales para la alimentación, descanso y reproducción de aves migratorias y residentes. La rehabilitación del ecosistema ha permitido la reaparición de especies emblemáticas, entre ellas:
Flamenco común (Phoenicopterus roseus), una de las aves más icónicas del Mediterráneo, conocida por su elegante color rosado y su dependencia de entornos salinos ricos en crustáceos como la Artemia salina.
Cigüeñuela común (Himantopus himantopus), fácilmente reconocible por sus largas patas rosadas y su estilizada silueta en blanco y negro. Su regreso evidencia que las charcas rehabilitadas vuelven a ofrecer condiciones óptimas para la nidificación.
Gaviota picofina (Chroicocephalus genei), de aspecto esbelto y con un pico delgado que la distingue, ha vuelto a frecuentar la zona gracias a la mejora en la calidad del agua y el restablecimiento del equilibrio ecológico.

Marchamalo como modelo de restauración ambiental
Para Pedro García, el modelo de recuperación aplicado en Marchamalo podría replicarse en otros ecosistemas degradados.
«En primer lugar, habría que aplicarlo en el resto de las salinas de Marchamalo que aún no están siendo gestionadas por ANSE. También podría adaptarse a otras salinas hoy desaparecidas, como las de Veneciola, en La Manga, o las del Rasall, en Calblanque».
Asimismo, destaca la importancia de la participación social en la conservación:
«En Marchamalo estamos promoviendo la participación de escolares, voluntarios, donaciones para la compra de terrenos e infraestructuras, y colaboraciones con empresas. En el futuro, podríamos incluir la venta directa de sal, baños en salmuera, y programas de recuperación de especies amenazadas».
El caso de las Salinas de Marchamalo demuestra que, con compromiso y gestión responsable, es posible recuperar la naturaleza y generar oportunidades sostenibles.
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