STUDLAGIL, cañón de basalto en Islandia
Apareció al bajar el caudal del río por una presa y hundirse la capa de hielo
El Cañón de Studlagil es una de las atracciones turísticas de Islandia. Hasta hace poco, nadie conocía el cañón, debido a que un río glacial lo cubría hasta el borde. Tras la construcción de una central hidroeléctrica río arriba bajó el caudal, se fundió su capa de hielo y el cañón apareció. Nos lo cuenta Lukasz Kuczkowski, autor de las fotos.
No tenía previsto visitar Studlagil en este viaje. Sin embargo, mi lesión en la pierna me obligó a abandonar el duro senderismo en el Interior -25 km al día con una pesada mochila-. Por eso modifiqué mis planes. El cañón es una de las impresionantes atracciones acuáticas del este y el norte del país.
El peligroso acceso oriental
Se puede acceder al cañón desde dos direcciones. El lado oriental es más interesante, pero requiere más esfuerzo. Un sendero lleva al cañón y se tarda entre 20 y 30 minutos en llegar a pie desde el aparcamiento. Están haciendo obras para limitar las vías de acceso por el lado este. Es relativamente fácil caer en el río, que fluye perezoso pero es profundo y muy frío.
Especialmente peligroso andar sobre las piedras mojadas cuando te cruzas con otras personas. No merece la pena arriesgarse tanto, y desde aquí el camino hacia el agua no está lejos. Preferí bajar por él hacia el fondo del congosto.
El cañón sin gente, al caer el sol
Al atardecer, el cañón ya estaba oculto en la sombra, lo que tenía sus ventajas para fotografiarlo. El número de visitantes se iba reduciendo. En un momento dado, me quedé completamente solo. Podría disfrutar de este lugar sin drones volando, gritos de admiración y omnipresentes selfies :-). Son las ventajas de la puesta de sol a las 11 de la noche.
Pasé aquí más de dos horas. El lugar es mágico. Merece la pena bajar por las rocas hasta el fondo de las columnas de basalto, hasta el borde del río. El color turquesa es sorprendente desde la orilla, como el rojo de las piedras de basalto. Creo que el lugar tiene un aspecto aún más místico en una mañana de lluvia brumosa. Tendremos que volver.
Lukasz Kuczkowski