
CUEVA DE LAS MANOS: arte rupestre milenario en Sudamérica
Un viaje al origen de la expresión artística en Sudamérica, donde la historia se plasma en piedra.
En el corazón de la Patagonia argentina, escondida entre los paredones del cañón del río Pinturas, se encuentra una joya arqueológica única: la Cueva de las Manos. Declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, este sitio reúne más de nueve mil años de historia grabada en piedra. Sus paredes muestran manos, escenas de caza y figuras de animales que permiten comprender cómo vivían los primeros pueblos de Sudamérica. Más que un vestigio, es una narración visual que sigue intacta, desafiando al tiempo.

¿Dónde se encuentra la cueva de las manos y qué la hace única?
La Cueva de las Manos se ubica en el cañón del río Pinturas, al noroeste de la provincia de Santa Cruz, Argentina. Forma parte de un conjunto de abrigos rocosos distribuidos a lo largo de más de 600 metros, en una zona donde la meseta patagónica se quiebra abruptamente, dando lugar a un paisaje de gran belleza geológica.
El acceso se realiza por un sendero de aproximadamente 1,5 kilómetros, que asciende hasta los aleros pintados, situados a unos 88 metros por encima del nivel del río. El entorno natural que rodea la cueva, marcado por formaciones basálticas y la presencia de guanacos, choiques y cóndores, refuerza la conexión entre arte y territorio.

Lo que hace única a esta cueva no es solo la antigüedad de sus pinturas, sino su excepcional estado de conservación y la continuidad de representaciones a lo largo de varios milenios. Es uno de los pocos sitios en Sudamérica donde pueden observarse estilos superpuestos que narran la evolución cultural de los pueblos originarios.
Arte con técnica y sentido
Las imágenes de la Cueva de las Manos no fueron hechas al azar. La mayoría de las siluetas de manos se realizaron con una técnica de estarcido: se apoyaba la mano sobre la roca y se soplaba pigmento alrededor, dejando su contorno negativo marcado en la superficie. Este método, simple pero eficaz, refleja una intención clara de dejar huella.
Los pigmentos se obtenían de minerales naturales como el óxido de manganeso (negro), la natrojarosita (amarillo) y otros ocres y arcillas que proporcionaban tonalidades rojas, anaranjadas y verdosas. Para adherirlos a la roca, se mezclaban con agua, grasa, sangre o incluso orina. Estos materiales se aplicaban con tubos sopladores hechos de hueso o directamente con la boca.
Junto a las manos, que son el motivo predominante, aparecen escenas de caza donde grupos de figuras humanas persiguen guanacos con boleadoras. También hay figuras geométricas como espirales, líneas onduladas o zigzags que podrían tener significados simbólicos. La superposición de estilos y técnicas indica que el sitio fue utilizado durante varios milenios, convirtiéndose en un verdadero archivo visual de las culturas que habitaron la región.
Testimonio visual de una cultura ancestral

Cada trazo en las paredes de la cueva es una expresión de identidad colectiva. Las manos, podrían haber sido parte de rituales iniciáticos, marcadores de pertenencia o gestos simbólicos relacionados con la caza. Su frecuencia y repetición sugieren una función más profunda que la simple decoración.
Las escenas de caza muestran a pequeños grupos humanos persiguiendo guanacos. Estas imágenes revelan una técnica pictórica avanzada. También reflejan conocimientos sobre el comportamiento animal y estrategias de grupo. Estas imágenes ofrecen información concreta sobre las dinámicas sociales, la organización del territorio y el vínculo estrecho con la naturaleza.

Lejos de ser una muestra aislada, los muros de la Cueva de las Manos funcionan como una crónica visual que ha sobrevivido al tiempo, testimoniando las formas de vida de los primeros pueblos cazadores-recolectores de la Patagonia.
Preservación de la cueva de las manos
Reconocimiento internacional
La Cueva de las Manos fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1999. Su valor universal radica en la calidad, antigüedad y estado de conservación de sus pinturas, únicas en América del Sur.
Protección legal en Argentina
El sitio está amparado por varias leyes nacionales y provinciales que aseguran su resguardo. Entre ellas, la Ley Nacional 25.743 sobre patrimonio arqueológico y paleontológico, y el decreto provincial 1266/95 que lo declara reserva cultural.
Plan de conservación activa
Desde 2008, el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) coordina un plan de gestión para preservar el arte rupestre. Se controlan los niveles de humedad, la exposición solar y el impacto del turismo.
Visitas reguladas para proteger el entorno
El acceso está habilitado todo el año, pero se realiza por senderos señalizados y con guías autorizados. El recorrido de 1,5 km garantiza una experiencia segura sin comprometer la integridad del sitio.

Una experiencia que detiene el tiempo
“Una vez que llegué ahí el asombro que me produjo ver las pinturas fue tal, que entré en un estado de estupor, de completo silencio interno, fue como si el mundo se hubiese detenido, como si hubiese hecho un viaje en el tiempo.”
— Daniel Rivademar
Las palabras del fotógrafo de la Patagonia describen con precisión lo que muchos sienten al contemplar por primera vez los muros pintados de la Cueva de las Manos. Ese instante de suspensión, en el que pasado y presente se funden, es lo que convierte a este sitio en un tesoro cultural único.
Gracias a la mirada de Daniel Rivademar, que recorre y documenta este territorio con respeto y sensibilidad, podemos acercarnos a la profundidad de un paisaje donde el arte milenario aún dialoga con el presente. La Patagonia, inmensa y silenciosa, sigue revelando sus secretos a quienes saben detenerse a mirar.
Sigue descubriendo cómo el arte, la historia y la naturaleza se entrelazan en nuestra sección BE artist.




