PLÁSTICO ALTERNATIVO a base de pescado y algas

Cada año, el concurso para inventores James Dyson Award premia a estudiantes universitarios con creaciones llamativas en el campo del diseño y la ingeniería. En 2019, Lucy Hughes, una estudiante británica, convirtió residuos de pescado en un sustituto del plástico. Con las sobras de un solo bacalao grande se puede fabricar 1.400 bolsas de MarinaTex, que es el nombre comercial que ha dado a su plástico alternativo.

Lucy Hughes es una estudiante e investigadora en la Universidad de Sussex. Su formación se enfoca en el diseño de productos, y en 2019 decidió en afrontar la crisis que provoca el plástico de un solo uso a escala global creando un proceso de aprovechamiento de residuos de pescado. Así que al mismo tiempo que genera un plástico alternativo, elimina los desechos orgánicos que genera la industria pesquera.

Lucy Hughes muestra una lámina plástica obtenida de los restos del pescado desechado por los puertos / JDF

El pegamento de cola de pescado

Pensando en este procedimiento, recuerdo que las espinas y huesos y cartílagos del pescado son un potente adhesivo natural, «Cola de pescado», ideal para pegar papel y tejidos, cerámica y vidrio… Mi madre era profesional de la artesanía y la usaba para sus manualidades. Probablemente los principios químico-físicos que llevan a huesos y cartílagos de pescado a ser base para un film impermeable que sustituye al plástico de un solo uso son los mismos que dan origen a un pegamento de origen animal.

172.000 toneladas de desecho de pescado en UK

Sólo en el Reino Unido, las plantas de transformación producen anualmente más de 172.000 toneladas de residuos de pescado, un suministro desbordante para la producción de bioplástico MarinaTex.

Lucy Hughes estudiante ha logrado crear un bioplástico fabricado íntegramente con dos elementos: residuos de pescado y algas rojas de la costa local.

Aplicaciones prácticas del MarinaTex en la industria del consumo de gran distribución / JAMES DYSON FOUNDATION

MarinaTex usa una fórmula propia de algas rojas para unir las proteínas extraídas de los residuos de pescado, que tienen fuertes enlaces superpuestos que le aportan fuerza y a la vez flexibilidad. Es un material bastante ligero, que necesita poca energía en su fabricación y que se produce a temperaturas menores a 100 grados.

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Hoy una empresa de procesado para congelados, en la que toda la piel, esqueleto y cabeza se destina a harinas, por ejemplo -o se incineran, aún peor para el medio ambiente- bastaría para alimentar el proceso industrial del plástico alternativo MarinaTex.

MarinaTex, biodegradado en un mes

MarinaTex, para su éxito industrial, cuenta con esa ventaja logística y es que le basta surtirse con una fuente de residuos de pescado. Eso abarata muchísimo la obtención de la materia prima bruta, y además, la naturaleza del producto final abarata también de forma evidente su eliminación. Porque se biodegrada en cuatro a seis semanas.

Bolsa de un solo uso fabricada en MarinaTex / JAMES DYSON FOUNDATION

Si añadimos que su producción consume muy poca energía y que se nutre materiales de desecho a coste casi cero, la huella de carbono es bajísima. Especialmente si computamos lo que no hay que incinerar ni moler para harinas.

Del resíduo de un bacalao, 1.400 bolsas de plástico alternativo

La inventora del proceso afirma que los desechos de pescadería de un solo bacalao adulto son materia suficiente para producir unas 1.400 bolsas con MarinaTex.

Lucy replicó unos 100 experimentos para llegar al proceso definitivo. Con él, se genera una película plástica que tiene resistencia suficiente a la tracción para ser convertido en bolsas para alimentos, por ejemplo. Y probablemente es más apto para los envases de un solo uso. De hecho, el formato elegido para el concurso fue un pack para sandwiches.

Los Premios James Dyson

Los James Dyson Awards es un concurso de diseño internacional impulsa e inspira a las nuevas generaciones de ingenieros de diseño, estudiantes y recién licenciados. La Fundación James Dyson se encarga de todo el proceso de recepción y estudio de candidaturas.

Lucy Hughes sostiene una lámina de MarinaTex lista para convertirse en envase biodegradable / JDF

Para los futuros diseñadores e ingenieros, el premio de 33.000 € es una oportunidad para crear un primer prototipo de su proyecto. O para aprovechar la gran presencia mediática que facilita el contacto con una empresa partner o incluso para lanzar su propio negocio.

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Buscando ideas simples y eficientes

La idea es encontrar proyectos que apliquen puntos de vista singulares o que le den una vuelta a los productos ya existentes para crear una versión mejorada.

Los jueces y el propio James Dyson valoran los diseños que aplican principios de ingeniería básica o de vanguardia pero sencilla y que dan solución a problemas cotidianos, para que puedan ser soluciones comunes, universales.

«Además de probar la viabilidad técnica del proyecto, nos encanta que los concursantes nos nuestren si es viable su comercialización», afirma el patriarca.

En 2023, la convocatoria buscará especialmente candidaturas que aborden la sostenibilidad, o que hayan sido diseñadas, obtenidas o fabricadas de manera sostenible.

María Dénia con información de James Dyson Foundation, Aqua Hoy y Sole 24 Hore

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