QUEIMADA GRANDE, la isla prohibida de las serpientes

Hogar de más de 30 especies de serpientes, entre ellas la mortal Bothrops Insularis, por eso su acceso está prohibido.

Imagina una isla tan letal que su acceso está terminantemente prohibido. En el vasto azul del océano, cerca de la costa de São Paulo, se oculta un enigma mortal: la Isla de Queimada Grande. Conocida también como la Isla de la Serpiente, este pedazo de tierra alberga secretos tan peligrosos como fascinantes. Entre ellos una especie única de serpiente que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo.

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¿Te atreverías a descubrir más sobre este lugar prohibido y las criaturas que lo habitan? Prepárate para desentrañar los misterios de uno de los rincones más inaccesibles y mortales del planeta.

Los peligros que rodean a la Isla Queimada Grande

La Isla Queimada Grande, también conocida como la Isla de las Serpientes, se encuentra a 33 kilómetros de la costa de Brasil. Cerca de Peruíbe e Itanhaém, y a 150 kilómetros de São Paulo. Con una extensión de 1.500 metros de largo por 500 metros de ancho, sus 43 hectáreas la hacen comparable en tamaño a la pequeña isla de Tabarca, en Alicante. A pesar de su impresionante biodiversidad y belleza natural, el acceso a la isla está severamente restringido. Su nombre proviene de un oscuro episodio histórico, donde algunos visitantes esporádicos intentaron quemarla para alejar a las peligrosas serpientes venenosas que la habitan.

El aislamiento de Queimada Grande se justifica por la presencia de la Bothrops Insularis, una serpiente venenosa endémica que domina el ecosistema isleño. Estos reptiles, con una población de aproximadamente 2,000 individuos, han desarrollado un veneno extremadamente potente, adaptado para cazar pájaros que son su principal fuente de alimento.

El acceso Queimada Grande está prohibido por ser el hogar de más de 30 especies de serpientes.

Solo se permite el acceso a la isla para fines de investigación científica y conservación, siempre acompañado de personal médico especializado. Esta medida protege tanto a las personas como a la frágil ecología de la isla, donde un solo paso puede ser fatal.

La leyenda de las cinco serpientes por metro cuadrado

La Isla de las Serpientes ha sido escenario de numerosas leyendas locales que alimentan su aura de peligro y misterio. Una de las más extendidas es la creencia de que en este diminuto terreno marino se aglomeran cinco serpientes por cada metro cuadrado. Esta exagerada pero inquietante afirmación ha contribuido a reforzar la percepción de la isla como un enclave prohibitivo y mortal para cualquier intruso.

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La realidad es que se estima que la densidad poblacional de la serpiente Bothrops Insularis es una por metro cuadrado en la isla. Lo que refleja una alta tasa de endogamia y coloca a la especie en una categoría crítica en peligro de extinción.

El valor de cada serpiente, está estimado entre 10,000 y 30,000 euros. Y se debe a las propiedades únicas de su veneno, que se utiliza en el desarrollo de medicamentos. Uno de los hallazgos más destacados ha sido la utilización su veneno en la fabricación del captopril, un fármaco utilizado para el tratamiento de la hipertensión. También se usa para tratar enfermedades coronarias, por eso, la protección de estas serpientes es crucial. No solo por su valor ecológico y científico, sino también para evitar la pérdida de un eslabón vital en la biodiversidad del planeta.

Los permisos especiales para la extracción del veneno

Debido a la importancia científica y médica del veneno de la Bothrops Insularis, se han otorgado permisos especiales a científicos para acceder a la isla de las Serpientes y extraer el veneno de forma controlada y segura. La visita está limitada a personal militar y científicos acreditados por su investigación especializada, quienes deben estar acompañados en todo momento por un médico. La necesidad de tales medidas se vuelve más clara al considerar la historia marítima de la isla, marcada por incidentes trágicos como los naufragios del Río Negro en 1893 y el Tocantins en 1933.

Se estima que en la isla hay una serpiente por cada metro cuadrado.

Estos sucesos, aunque ocurrieron hace décadas, siguen siendo un testimonio visible de los riesgos del área. Los restos de los barcos que todavía hoy son localizables entre los 15 y 40 metros de profundidad descansan en el océano. Por estas razones la Armada brasileña juega un papel crucial en la isla. No solo en el mantenimiento del faro, un remanente de la era pre-automatización iniciada en 1918, sino también en la preservación de la seguridad en este lugar prohibido para el público general. Estas políticas y eventos históricos ilustran profundamente la naturaleza aislada y peligrosa de Queimada Grande. Lo que la convierte en un enigma para la mayoría y un área de interés crítico para los intrépidos.

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La presencia de cazadores furtivos en la Isla de las Serpientes

Ante este contexto, La Isla de las Serpientes ha despertado el interés de cazadores furtivos que buscan enriquecerse con la venta ilegal de estas serpientes. Pero capturar a estos reptiles en un acto arriesgado y prohibido. Además plantea un dilema ético en cuanto a la conservación de la fauna. La explotación ilegal de especies amenazadas pone en riesgo la biodiversidad y el equilibrio ecológico del ecosistema insular.

Debido a su valor en el mercado negro, cazadores furtivos se juegan la vida y desafían las leyes en la isla Queimada Grande

Los riesgos ambientales y legales de capturar serpientes para el mercado negro

Los cazadores furtivos se aventuran en la Isla de las Serpientes en busca de especies valiosas que pueden alcanzar altos precios en el mercado negro, pero esto supone grandes riesgos a todos los niveles:

  • La captura de la Bothrops Insularis implica un peligro extremo debido a la letalidad de su veneno y a las condiciones hostiles de la isla.
  • Las serpientes capturadas ilegalmente suelen ser destinadas a la venta ilegal, donde su cotización puede alcanzar cifras significativas en el mercado clandestino de fauna silvestre.
  • La caza ilegal de serpientes puede tener repercusiones negativas en la población de estos animales, afectando el equilibrio natural del territorio insular.
  • La legislación brasileña prohíbe la captura y comercialización de especies protegidas, lo que convierte a los cazadores furtivos en infractores de la ley sujetos a sanciones legales severas.

En definitiva, la Isla Queimada Grande no es solo un bastión de misterio y peligro. También es un símbolo potente de la intersección entre lo indomable de la naturaleza y los esfuerzos de la ciencia por preservarla. Un enclave prohibido y letal, en un rincón aislado del mundo lleno de leyendas.

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