
JILGUERO EUROPEO: el canto que llena de vida la primavera
Un ave cercana, colorida y melódica que nos conecta con la biodiversidad más accesible
Con la llegada de la primavera, los campos, huertos y parques se llenan de trinos. Entre todos, hay uno que destaca por su ritmo alegre y su timbre inconfundible: el canto del jilguero europeo. Este pequeño pájaro, común en gran parte de la península ibérica, representa la belleza sencilla de la naturaleza que nos rodea. Colorido, musical y fácil de observar, es un símbolo de la biodiversidad cercana que podemos proteger con pequeños gestos.
¿Cómo reconocer al jilguero europeo?
El jilguero europeo (Carduelis carduelis) es un ave de tamaño pequeño, que mide entre 12 y 14 centímetros. Su plumaje es inconfundible: la cabeza luce una máscara roja brillante, que contrasta con el blanco y negro del rostro; las alas son negras con una franja amarilla muy visible en vuelo; el dorso es marrón claro, y el pecho blanco.
Habita en zonas abiertas con vegetación baja, bordes de caminos, campos cultivados, huertos y jardines. Es muy adaptable y suele encontrarse cerca de zonas urbanas si hay suficiente vegetación. Aunque es residente en gran parte del sur de Europa, algunas poblaciones del norte migran en invierno hacia climas más templados.
El canto del jilguero: música natural en plena primavera
En primavera, el jilguero alcanza su máximo esplendor vocal. El canto de los machos se vuelve más frecuente y elaborado, ya que lo utilizan para atraer pareja y defender su territorio. Su trino es rápido, alegre, con notas agudas que se combinan en secuencias variables. No es raro escucharlos cantar desde lo alto de un árbol o incluso sobre cables eléctricos, donde aprovechan para hacerse notar.
Este canto tiene tanto valor natural como cultural. Durante siglos ha sido apreciado por los aficionados a la ornitología y la música, hasta el punto de que en algunos lugares se intentó —de forma no ética— mantenerlos en jaulas por su canto. Hoy, la mejor forma de disfrutarlo es observándolos en libertad.

Cinco curiosidades que te harán admirarlo aún más
- Cantor nato: cada jilguero desarrolla su propio estilo de canto. Aprenden de su entorno, lo que hace que su voz sea única.
- Amante de los cardos: su pico fino está especializado para extraer semillas de cardo, su planta favorita.
- Ave fiel: muchas parejas de jilgueros permanecen unidas durante varias temporadas de cría.
- Gran volador: aunque no es migratorio en todas las zonas, puede recorrer largas distancias dentro de su territorio.
- Indicador de biodiversidad: su presencia es señal de entornos ricos en plantas silvestres y con poca contaminación química.
El jilguero europeo y su papel en la biodiversidad local
Más allá de su belleza, el jilguero cumple un papel esencial en los ecosistemas. Al alimentarse de semillas, contribuye a la dispersión de muchas plantas silvestres, ayudando a mantener el equilibrio vegetal en zonas rurales y urbanas. Además, también consume pequeños insectos, especialmente durante la época de cría, lo que refuerza su función ecológica como controlador biológico.
Su presencia en un espacio natural o en un jardín urbano indica que ese entorno tiene buena salud ambiental, con recursos y refugios suficientes. Por eso es tan importante protegerlo y favorecer su presencia.

Cómo favorecer su presencia en tu entorno
No hace falta vivir en el campo para disfrutar de la presencia del jilguero. Con pequeñas acciones, puedes ayudar a que visite tu jardín, terraza o parque cercano:
- Planta especies autóctonas que produzcan semillas, como cardos, dientes de león o malvas.
- Evita el uso de pesticidas o herbicidas, ya que eliminan las plantas e insectos de los que se alimenta.
- Coloca bebederos o comederos con mezcla de semillas pequeñas (mijo, alpiste, lino).
- Deja zonas sin podar durante la primavera para que puedan refugiarse y alimentarse.
- Promueve el respeto por la fauna local y evita la tenencia de aves silvestres en cautividad.
Escuchar al jilguero en primavera es más que una experiencia sonora: es una invitación a redescubrir el valor de lo cotidiano. Nos recuerda que la naturaleza está viva incluso en los lugares más inesperados, y que cuidar de ella también es cuidar de nosotros.
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